En este post te damos algunos tips para evitar resbalones en la montaña y te contamos cómo se diseñan las suelas de tus zapatillas de trekking para mejorar la adherencia sobre el terreno.
¿Por qué resbalamos en la montaña?
La respuesta técnica nos diría que es debido a que las fuerzas de desplazamiento o tracción que aplicamos son superiores al coeficiente de fricción.
Los tres componentes de los que depende que podamos caminar con paso firme o resbalar son:
- La suela o superficie de apoyo.
- El terreno que pisamos.
- La forma en que lo hacemos.
Fuerza y adherencia: dos aspectos clave para evitar resbalones en la montaña
Una de las funciones fundamentales del calzado es aportar seguridad a nuestros desplazamientos gracias a su adherencia. Resbalar puede suponer un riesgo moderado, como el de caer sobre el terreno, o tan grave como precipitarnos al vacío desde una zona expuesta.
Para entender lo que ocurre en cada zancada que damos, es preciso recordar algunas nociones de Física. Cuando lanzamos un pie adelante, en cada paso, y apoyamos el talón sobre el terreno, se producen una serie de fuerzas.
Veamos qué ocurre con ellas durante un descenso.
En la imagen marcamos en negro la fuerza de nuestro peso y la carga porteada más la que aporta la altura desde la que bajamos en cada paso.
Ese vector puede descomponerse en dos:
- La fuerza que cae sobre la perpendicular al terreno que pisamos (color blanco).
- La fuerza de deslizamiento (color rojo).
Si esta última es mayor que la capacidad de adherencia o agarre de nuestro calzado, el talón resbalará.
Cuanto mayor es la pendiente, o más largas nuestras zancadas en descenso, mayor se hace el vector rojo y más fácil será que resbalemos.
Podemos verlo en la imagen inferior, trucada para simular una mayor pendiente.
De aquí podemos extraer ya una conclusión básica: en terreno deslizante, es mejor que los pasos sean cortos, para que la fuerza de deslizamiento sea lo menor posible.
Andando sobre una superficie horizontal, cuando nuestro peso recae vertical sobre el terreno es cuando menos resbalamos.
Eso sí, en cada zancada hay dos momentos en los que el apoyo no es vertical, sino inclinado:
- Cuando apoyamos el talón de un pie, adelantado sobre el de soporte.
- Cuando nos impulsamos sobre la puntera del pie de apoyo y hacemos fuerza para lanzar hacia delante el otro pie.
La importancia del calzado para evitar resbalones en la montaña
Las zonas del talón y la puntera son, por lo tanto, dos partes en las que debemos poner atención a la hora de seleccionar el calzado de montaña.
Este tema de la adherencia puede además ser enfocado desde otros puntos de vista.
Cuando vamos a movernos por superficies duras, lisas y secas, como las de zonas de “boulder” o “bordillos” es habitual utilizar calzado de suela lisa, como el de escalada.
Cuanto mayor y más blanda es la superficie de contacto, en esos casos, mejor es el agarre que obtenemos.
Pero si los apoyos se hacen sobre elementos mojados, el agua se coloca entre la suela y la superficie pisada y reduce enormemente la adherencia.
Un símil habitual podemos encontrar en el mundo de los deportes de motor. Los neumáticos lisos, que son los que proporcionan mejor agarre, suelen ser cambiados por otros rayados en cuanto la lluvia moja la pista.
Otra cosa distinta es cuando caminamos sobre terrenos blandos, tanto en seco como en mojado.
En esos casos nos interesa contar con suelas de perfiles profundos, que penetrarán en el terreno blando y obtendrán mayor adherencia.
Una situación intermedia es la de modelos diseñados para terrenos irregulares pero duros. En este caso, se nos ofrecerán suelas con muy variado dibujo pero menor profundidad de taqueado.
Evidentemente, cuando compramos un par de zapatillas o botas pretendemos que tengan la mejor adherencia en todos los terrenos.
Pero debemos saber que eso es imposible.
Cada marca dota a sus productos de las combinaciones de materiales y dibujos que considera aptas para hacer frente con solvencia a casi todas las situaciones que podamos tener, pero priorizando siempre algunas de ellas.
Conclusiones para escoger un buen calzado y evitar resbalones en la montaña
Por lo tanto, al escoger calzado, conviene que examinemos con atención los perfiles de la puntera, del talón, del patín o puente de unión entre ambas zonas, que puede ser casi continuo o mostrar un acusado resalte.
También debemos observar los bordes laterales que, en ocasiones, incluso sobresalen de la propia suela, para mejorar el agarre en recorridos a media ladera.
A su vez, debemos considerar que, por lo general, las suelas con relieves aislados y sobresalientes tienen mejor agarre en terrenos blandos, pero suelen gastarse más rápido que las de perfiles homogéneos.
Esto se debe a que su menor superficie de contacto con el suelo incrementa la presión local, y acelera el desgaste.
Otro factor, más difícil de controlar, es el de los compuestos con los que se fabrican esa zona vital del calzado.
Cuanto más blandos son, mejor adherencia proporcionan, pero al ser más sensibles a la abrasión, menos kilómetros duran.
Hay marcas que nos informan de ese aspecto con señales como la X azul de la fotografía. Esto nos avisa que se trata de una suela que da prioridad a la durabilidad respecto a la adherencia, o de la X blanca, que nos ofrece mucho agarre, pero menor duración.
Como en tantas otras cosas, la experiencia y leer los datos técnicos que facilitan las empresas de calzado de montaña, nos ayudarán a no resbalar y conseguir que nuestros pasos sean más seguros.
Por Kepa Lizarraga, especialista en Medicina del Deporte y colaborador de Forum Sport.
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