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¿Cuándo cambiar las botas de monte por otras nuevas?

Son como un par de buenas compañeras de viaje y, cuando su camino debe separarse del nuestro, es difícil no recordar la cantidad de cimas y las travesías que hemos compartido.Pero todo tiene un final, y las botas, por buenas que sean, también. ¿Cuándo cambiar las botas de monte?

No se trata de darle vueltas ahora a la obsolescencia programada, aunque determinados fiascos me la recuerdan (especialmente de algunos polímeros utilizados en suelas y que se desintegraron mucho antes de lo debido). Se trata de aportar claves para saber cuándo hay que jubilar las que tenemos y sustituirlas por unas nuevas.

¿Qué puede llevarnos a pensar en buscar una nueva pareja de botas?

  • La estética puede ser un poderoso motivo, para algunas personas.
  • Con el uso, algunos materiales van perdiendo su atractivo inicial. Las pieles, antes tersas, comienzan a presentar arrugas, pliegues y rozaduras.
  • Los ojales, las anillas y los ganchos para atar, además de la propia cuerda, muestran desgastes evidentes. Alguno de estos últimos incluso puede haberse doblado por impactos con rocas.
  • Y lo mismo puede ocurrir con la protección de puntera y otros detalles que dejan a la vista el trote intensivo que han soportado.

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Pero hay otros motivos para decidir dar descanso a las viejas y ponernos a buscar unas botas nuevas.

1. El estado de la suela

En ciertos terrenos, como ocurre sobre nieve o barro, de su relieve en buen estado dependerá nuestra estabilidad y sufrir una caída en ciertos lugares puede tener consecuencias muy graves. Por lo tanto, al igual que con los neumáticos de coche, si el dibujo de la suela ha perdido profundidad y ya no “muerde”, más vale buscar nuevas alternativas.

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En el caso de personas que andan poco, puede darse la situación de que el aspecto de esa parte sea correcto, pero que su material esté envejecido, reseco o endurecido.Entonces puede ser en terrenos duros y lisos donde notemos una peligrosa falta de adherencia.

Frente al deterioro de esa parte fundamental que es la suela, algunas firmas ofrecen la atractiva y económica posibilidad de sustituirla por una nueva, siempre que el estado del resto de la bota lo aconseje.

2. El estado de la palmilla

Tal como hemos descrito en algunos otros artículos, la palmilla es la pieza que está entre la suela y la plantilla interior, encargándose de mantener la estructura de la bota. En función de si esa pieza es más o menos dura, tendremos calzados para diferentes actividades y con características distintas.

Pero algunos de los materiales de que están hechas pueden deformarse.Imaginemos que, tras una caminata, llegamos al coche, nos cambiamos de calzado y las botas quedan, en el maletero, bajo el peso de la mochila.Si además hace calor, la combinación de presión y temperatura podrá deformar la base de la bota. Ya no volverá a ser tan cómoda como antes, y puede que incluso nos haga andar mal.

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3. El estado de la plantilla

Si seguimos hacía arriba en la búsqueda de argumentos para renovar el calzado de monte, la plantilla es el siguiente elemento a considerar. Esta modesta pieza tiene una importancia enorme en la comodidad y la salud de nuestros pies, tobillos y rodillas. De ella, en gran medida, dependen la amortiguación de los pasos y la alineación de las piernas al andar.

Durante cada zancada, nuestro cuerpo se eleva sobre el suelo, impulsado por un pie, y todo su peso cae sobre el que hemos balanceado y apoyamos, comenzando por el talón. El impacto que sufre el cuerpo depende de la altura a que asciende su centro de gravedad en cada paso y del peso que tiene, al que hay que añadir el que lleva a cuestas, cargado en la mochila, por ejemplo.

Los materiales de la plantilla tienen entre sus funciones la de amortiguar lo mejor posible ese constante golpeo, pero no son eternos. Estudios de laboratorio hechos con plantillas demuestran que su capacidad para absorber impactos se reduce a la mitad en aproximadamente 700 km. de uso estándar.

Otra función importante de esa pieza es la de ofrecer a la planta del pie un apoyo que mantenga la adecuada alineación del pie respecto al tobillo y la rodilla. Si la plantilla se deteriora, podemos comenzar a andar con apoyos mal alineados. Quizás haciendo que nuestras rodillas comiencen a rozarse entre sí o sean forzadas a separarse en exceso, como si fuéramos zambos.

Como consecuencia, esas botas muy rodadas ya no nos protegerán igual de bien y podemos pensar en cambiarlas.Pero también podemos sustituir exclusivamente las plantillas, si el resto del calzado está bien, ¡claro!

4. La pérdida de impermeabilidad

La pérdida de la impermeabilidad, por deterioro de la carcasa o de su calcetín interior de membranas impermeables y transpirables, suele ser una de las causas más frecuentes para empezar a buscar un par de botas nuevas.

En el caso de la capa exterior, con frecuencia sufre rozaduras, arañazos o pellizcos de los afilados cantos de las pedreras y otros obstáculos del camino, llegando a romperse los cueros y tejidos que la componen.

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En otros casos, esos mismos materiales, al doblarse con frecuencia en zonas de flexión, como la del nacimiento de los dedos, provocan un deterioro más rápido y facilitan la entrada del agua. En tal sentido, las botas de palmilla dura suelen soportar mejor el paso del tiempo, al doblarse menos en cada paso.

Según de qué material sean y si llevan membrana o no, podemos recurrir a la clásica grasa, a cremas o a productos impermeabilizantes para “rejuvenecer” esa cubierta exterior de las botas, pero si la base sobre la que aplicamos está ya rota… será bueno empezar a pensar en su relevo.

Andar es la base del deporte que nos apasiona, y las botas nos permiten hacerlo con seguridad y de forma saludable.Cuídalas, pero cuando llegue el momento, dales un merecido descanso y sustitúyelas por otras nuevas. En mi jardín hay más de un par que ahora contienen plantas y, cuando las veo, recuerdo por dónde me llevaron.

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Por Kepa Lizarraga, especialista en deportes de Montaña y colaborador de Forum Sport.

5 comentarios

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  1. Necesito unas botas. Mis preferidas son las Salomón, pero estoy abierto a otras marcas. Me gustaría que me mandarás información y ofertas de botas

  2. Tengo tocados los metas y fascitis plantar como consecuencia de muchos años de monte, por lo que necesito mucha amortiguación. Utilizo media bota para aligerar peso. Que bota me recomendáis?

    1. Hola, Emilio:
      Como médico, me permitirás que me fije más en tus pies que en el calzado, dejando a mis compañeros técnicos una posible ampliación de la respuesta que te ofrezco.
      Tener tocados los metas y, simultáneamente, una fascitis plantar, me hace pensar que puedas tener un apoyo plantar «especial».
      Pudiera tratarse de unos pies cavos, que tenderían a dar excesivo trabajo a las dos estructuras que tienes «tocadas».
      Lo que yo haría en primer lugar es buscar un podólogo que analice el apoyo de tus pies, en reposo y al caminar.
      Según lo que se vea, puede que unas plantillas personalizadas te devuelvan la alegría de poder andar, casi con cualquier calzado.
      Espero que mi opinión te ayude.
      Saludos.
      Kepa Lizarraga

  3. Buenas intenciones pero se queda en cuestiones muy generales sin especificar detalles. Por ejemplo: es obvio que habrá que cambiarlas cuando el material de la suela está seco o endurecido pero… ¿cómo determinar con objetividad esas cuestiones? A ese nivel hay varias cuestiones en el post que se quedan en el camino…